miércoles, 6 de enero de 2010

Son los recuerdos...

Pues bien hoy es día de reyes y los reyes llegaron a Portugal. Ayer cinco de enero fui a almorzar a una plaza comercial, en un restaurante que se llama Portugalia. El menú que pedí estaba compuesto por caldo verde (un típico caldo portugués) arroz con camarón al ajillo y un pudín flan (flan). Incluía una bebida, yo pedí cerveza local.

Mientras esperaba que sirvieran mi orden observé que en un cartel anunciaban la hora de loira que es algo así como la hora feliz, durante esa hora la cerveza de barril se vende a mitad de precio. Lo que más llamó mi atención fue ver que lo anunciaban con tres vasos de cerveza, eso disparó en mí un recuerdo de mis años de estudiante universitario.

Recordé que alguna vez iba con un amigo en su coche, cuando por razones fisiológicas tuvimos que detenernos en uno de tantos Sanborns de la ciudad de México. Hicimos lo que teníamos que hacer cuando pregunté a mi amigo haciendo uso del amplio vocabulario que cualquier lector asiduo debe poseer: "Oye, ¿y vamos a pagar el estacionamiento tan sólo por echar una meada? " El también notó que tal gasto monetario hubiera sido un despilfarro, por lo que fuimos al bar y descubrimos que era la hora de la promoción.

Pero no, no era hora feliz, la promoción aquella vez era comprar dos cervezas y recibir una gratis. De acuerdo con nuestras matemáticas nos alcanzaba justo para pagar el estacionamiento, comprar dos cervezas, recibir la gratuita y pagar una cerveza más. De tal manera que hubiéramos bebido dos cervezas cada uno. Con la sed aumentada después de tan extenuante ejercicio mental tomamos lugar en nuestra mesa y pedimos dos cervezas, y como era de esperarse la mesera llevó las dos cervezas. Nosotros, con la enorme sed que teníamos, bebimos y también platicamos, después de acabadas las cervezas llegó nuevamente la mesera. De acuerdo a lo planeado, pedimos la cerveza de la promoción y otra más.

Cuando la mesera volvió, esta vez dejó en la mesa cuatro cervezas y una botana. Consternado, al igual que yo, mi amigo inquirió la razón de que tuvieramos cuatro cervezas en lugar de las dos esperadas, ella nos indicó que era la segunda cerveza de cada uno y la respectiva de la promoción. Mi amigo y yo sabíamos que no teníamos el dinero suficiente para pagar, sin embargo hicimos lo que se debe hacer en tiempos de crisis: fingir que la cosa no va con uno. Así que decidimos ordenar otra cerveza mientras ideábamos un nuevo plan.

La solución fue bien simple, tomamos el teléfono y localizamos a otro amigo, le explicamos nuestra incómoda situación. Él muy amablemente fue por nosotros con suficiente dinero para pagar lo que debíamos (más la promoción que él también pidió). Como pago a su generosísimo acto caballeresco digno del gran Esplandián, mi primer amigo convido a este segundo a que se uniera en nuestra travesía para ir a beber a otro lugar, con más dinero, muchos libros, poesía y una gran plática. Según recuerdo, lo que todo inició con una micción, terminó con una resaca máxima dos días despues.

Increible lo que uno puede recordar sólo por ver un cartel con tres vasos de cerveza en un restaurante, pero así son los recuerdos.

2 comentarios:

Adri la miel dijo...

La hora de la loira es la hora de la güera, la güerita, pues... la cerveza rubia, la clara.
Esta entrada me arrancó una sonrisa :)

NETZSOOC dijo...

Gracias por el comentario. Siempre es bueno aprender algo nuevo, pues que recistas estos portugueses haciendo descuento sólo en la compra de las rubias. Me da gusto que te haya arrancado una sonrisa, espero que no haya sido muy doloroso.