Ya no sabías qué hacer. Tus otros cuatro intentos habían fallado. Tres de ellos por miedo, motor inmóvil de todas las cosas. El último porque el cinturón no estaba bien amarrado.
Hoy, seguro que era tuyo. Sabías que por fin podrías hacer algo bien. Por lo menos una cosa ibas a controlar.
La recordabas. La recordabas como si aún estuviera ahí. La recordabas con esos ojos en los que podías ver el Absoluto y su devenir. La recordabas con su inmensa alegría. La recordabas con la sorpresa de ese día. La recordabas con su cara de miedo. La recordabas con la sangre en su pecho. Recordabas su sangre en tus manos. Recordabas tu indiferencia.
Por fin podrías hacer algo bien. Por lo menos una cosa ibas a controlar. Caminas, como cualquier otra persona, sin ver lo que haces. Sabes que como siempre, vas a ir en metro.
Bajas las escaleras, nuevamente no funcionan. Depositas tu boleto. Escuchas como la máquina lo devora. Traspasas el torniquete. Un policía te indica que ruta tomar. Llegas al andén. Esperas. Tu corazón. Esperas. Las ideas. Esperas. Tu corazón, las ideas. Esperas. Todo se apaga. Esperas. Esperas. El sudor de tus manos. Esperas. El sudor en tu frente. Esperas. Sus ojos. Esperas. Sus ojos. Esperas. Tu espejo. Esperas. Nada pasa. Esperas. Una hora. No esperas más. Te lanzas a la vía. Colocas tu lengua en el carril. Anuncian una falla en el sistema eléctrico. Te jalan por la espalda. Te tuercen la mano. Te colocan esposas. Ahora todos lo saben.
2 comentarios:
éste sí que me ha gustao....la neta es que la brevedad te funciona mucho a ti. me gusta, sí, me gusta. sólo hay qe trabajarle detalles pequeños.
Si, si, siii. Está muy bueno. Eso de usar muuuuchos puntos y seguidos logra aumentar el ritmo nervioso e hilarante del cuento.
Sakas muy buenas kosas de los debrayes... sólo ya no te metas de esas kosas mano!! O invitar pa ponerme igual!!
jaja
Kuidese
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