domingo, 13 de julio de 2008

Ché... pero qué vida!

Y... la última vez que escribí por acá, estamba rumbo al avión. Pues bien, en el avión la verdad es que no bebí fuertemente, pedí un Whiskey y eso fue todo.
La cena, aún la recuerdo, una delicia... Tres tiras de pollo cubiertas de un tipo intento de pan remojado en grasa, y todo esto sobre una hoja de lechuga. Después empezaron a pasar una película que estaba dañada y tuvieron que cambiarla.
La nueva película estaba con el contenido modificado para todo público, es decir toda recortada.
Intenté dormir, pero evidentemente no pude hacerlo, así que sólo "recliné" mi cabeza sobre el asiento y cerré los ojos.
Hubo un momento en el que casi dormía, pero los vecinos tuvieron a bien abrir la persiana de la ventanilla del avión. y fue como recibir un lamparazo justo en los ojos. Eso me despertó, pero fue bueno en realidad.
Después de una gran cena y una increíble noche de sueño el desayuno no podía dejar nada a desear. Sin embargo fue la excepción, bueno, el desayuno que era llamado enchilada pero que sólo era una tortilla enrollada con un sabor agrio, que no ácido no fue la excepción, eso fue acorde con todo lo demás. Lo que en realidad fue increible del desayuno fue la vista, de pronto me dí cuenta que estaba desayunando sobre los andes, y en invierno, vaya vista. Eso sí me pareció increible.
He visto esas mismas montañas en México, con otro nombre (Sierra madre occidental), aún así verlas todas cubiertas de nieve me pareció increible, un belleza blanca en realidad impresionante.
Poco tiempo después, una hora quizá, el piloto aterrizó el avión sin contratiempos en el aeropuerto de Ezeiza.
Nada fuera de lo común: pasar la aduana, recoger las maletas, hablar a la agencia de reservaciones para pedir indicaciones, enterarnos que aún no teníamos un lugar preciso a dónde llegar, atravesar las puertas de salida hacia la sála del aeropuerto y ahí...
El stand de los taxis (transfers) vaya, qué chica más linda la que atendía el lugar, pues nada ella fue la qu nos consiguió el transfer en minivan hacia el centro de Buenos Aires, el lugar en donde está la oficina de reservaciones para que nos consiguieran (consigan, acá el subjuntivo sólo existe el presente) nuestro alojamiento.
Y bueno, ya cuando lo consiguieron nos dijeron que nos lo podían entregar hasta las 3, así que decidimos ir a almorzar unas pizzas en una calles que se llama Sta Fé.
La ciudad me pareció increiblemente citadina, la gente caminando por las calles, autos, tráfico, la gente de prisa, en fin lo que hace a una ciudad ser ciudad.
Los edificios son muy decimonónicos pero en muy buen estado (algunos no), taxis, autobuses nada fuera de lo ordinario, justamente eso fue lo que me pareció extraordinario.
Por fin logramos llegar a nuestro destino, un departamento que está bien, es muy pequeño pero es caliente, no usamos la calefacción para nada. Tiene una habitación, y una estancia que hace las veces de sala, cocina y comedor, ah y tiene hasta un balcón. Es una casa más pequeña que la de mafalda pero va bien.

2 comentarios:

Jesús Francisco Conde dijo...

Ándele querido amigo, te dejé una tareilla en mi blog, a ver si es un buen pretexto para que regreses a estos parajes virtuales.
Un abrazo de tu hermano,
JFC

Anónimo dijo...

Por cierto, me pareció muy interesante tu blog, ya perteneces a mis favoritos.

Saludos,

Orlando.